USO DE RAZÓN.  DICCIONARIO DE FALACIAS. © Ricardo García Damborenea

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Falacia de la COMPOSICIÓN

 

 

  Se produce cuando atribuimos  a un conjunto cosas que solamente son ciertas en las partes. Venimos a decir: como todos los componentes son buenos (o malos), el conjunto ha de ser bueno (o malo).

 

             Por fuerza se trata de una orquesta magnífica porque todos los profesores son extraordinarios.

 

   Los directores saben muy bien que no es así. Una cosa es inducir que todos los profesores son extraordinarios y otra, transformar esa conclusión en algo distinto: el todo, el conjunto, es extraordinario. Estamos ante una variedad de la Falacia de Conclusión desmesurada. No se pueden trasladar las virtudes de los individuos al conjunto (¡qué más quisiera el Real Madrid!). Lo que se predica de las partes no siempre puede predicarse del todo. Una buena colección de frases no hace un buen libro. Cosas que son ciertas separadas no tienen por qué serlo cuando aparecen unidas. La sal común, pese a que sus componentes, cloro y sodio, son tóxicos, es indispensable para la vida. Los hermanos Álvarez Quintero eran brillantes cuando escribían juntos y mediocres si lo hacían por separado. A los hermanos Machado les ocurría lo contrario.

 

             La Iglesia es la Iglesia de los pobres, luego la Iglesia es pobre.

             Ignoro por qué la salsa no es buena. Todos sus ingredientes son deliciosos.

             El equipo del River Plate tiene madre, porque todos sus jugadores la tienen.

 

   El caso opuesto se da en la Falacia de la División, según la cual las partes disfrutan las propiedades del todo.

 

             Debe ser muy buen jugador, porque está en un equipo magnífico.

             Es un gobierno dubitativo. Se ve que sus ministros son in­decisos.

 

   Bien pudiera ser que no se pongan de acuerdo entre ellos.

 

             Juana es un encanto, luego su nariz es un encanto.

 

   Opinaremos cuando la veamos.