USO DE
RAZÓN. DICCIONARIO DE FALACIAS |
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Argumentum ad BACULUM, también llamado Recurso a la fuerza, Argumento ad terrorem, Apelación al miedo |
Si A no es B, usted se va a enterar
Luego más le vale que A sea B La expresión ad baculum significa al bastón y se refiere
al intento de apelar a la fuerza, en lugar de dar razones, para establecer
una verdad o inducir una conducta. La denominación es irónica, puesto que no
existe tal argumento: se reemplaza la razón por el miedo. Su empleo exige dos requisitos: carecer de argumentos y disfrutar de algún poder. Representa, con el insulto,
la expresión extrema de la renuncia al uso de cualquier razonamiento. En la asamblea, mientras Espendio y
Matos hablaban, todos escuchaban y prestaban solícita atención a lo que se
decía. Pero si algún otro se acercaba a expresar su opinión, al momento, sin
escucharlo, le tiraban piedras hasta matarlo (...) El resultado fue que, como
nadie se atrevió ya por tal motivo a expresar su opinión, nombraron generales a
Matos y Espendio. Polibio. Es un procedimiento frecuentísimo: Mira Laura, tú necesitas este empleo y yo
necesito una secretaria cariñosa, así que será mejor que nos entendamos. Escuche guardia, ya sé que me he saltado
el Stop, pero usted no sabe con quién está hablando. Me parece que a usted no
le gusta mucho su empleo. Yo miraría más por mi familia. Si usted me pone la
multa tendré que hablar con sus jefes... Generalmente las amenazas no se expresan literalmente. Son más
eficaces cuanto más veladas. Basta con evocar la posibilidad de que se produzcan
consecuencias desagradables para quien no se deja convencer. - Y conste que yo sostendré esto en
todos los terrenos. ¡En todos los terrenos! Y repetía lo del terreno cinco o
seis veces para que el otro se fijara en el tropo y en el garrote y se diera
por vencido.[1] A veces se insinúan las amenazas tan sutilmente que, llegado el
caso, puedan negarse con toda energía, alegando que uno ha sido malinterpretado
o, más frecuentemente, que no se trata de una amenaza sino de una mera información
que pretende ser útil al destinatario y ayudarle a ponderar sus propias
decisiones. No cabe ninguna duda de que está a punto de surgir una falacia ad
baculum cuando alguien, utilizando la excusatio non petita, advierte
que no pretende forzar a su interlocutor: Por supuesto, usted es libre de hacer lo
que le parezca mejor... pero usted es consciente de que nuestro
Banco es uno de
los principales anunciantes de su periódico y estoy seguro de que no desea
perjudicarnos publicando ese artículo.
No consiste la falacia en apelar al miedo, sino en hacerlo para sostener una conclusión o decidir una conducta sin alegar razones. Por supuesto, quien ejerce una autoridad normativa (la del que manda), no precisa recurrir a razonamientos para hacerse obedecer porque generalmente está legítimado para castigar la desobediencia indebida. Tampoco es falaz quien nos advierte de un peligro real ajeno a su voluntad. Si nuestro dentista insiste en que nos cepillemos más los dientes o de lo contrario acabaremos sin muelas, sin duda apela al miedo. Sin intención falaz de ninguna clase, nos muestra consecuencias naturales, previsibles, demostrables, para que conozcamos todas las posibilidades que pueden determinar nuestras decisiones. El dentista no piensa intervenir en el proceso; no pretende provocar las consecuencias desagradables.
Esta es una falacia que se padece desde una posición de
debilidad y que no se puede rebatir racionalmente. En el mejor de los casos
cabe preguntar si, además del poder, existe algún fundamento para creer que lo
que se nos impone es razonable. A menudo se dice que la fuerza no es
ningún argumento. Sin embargo, eso depende de qué es lo que se quiera probar.
Wilde. Véase también el Sofisma Patético. |
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